LA IA EL NUEVO DIOS

 





La inteligencia artificial llegó para quedarse. Así como en su momento lo hicieron el internet, los teléfonos celulares o los vehículos, su avance es imparable. Estas tecnologías no solo transformaron la forma de vivir, también modificaron nuestra manera de relacionarnos con el mundo. Lo que ayer era opcional, hoy se vuelve parte del entorno que habitamos. Uno puede decidir no usarla, claro, pero eso significará quedarse por fuera de muchas dinámicas que ya están moldeadas por esta herramienta. En poco tiempo, la IA empezará a influir en casi todo lo que hacemos.

Por eso, la pregunta ya no es si queremos o no tenerla cerca. La realidad es que ya está con nosotros. Lo que sí podemos hacer es decidir cómo queremos relacionarnos con ella.

El poder de conocernos

Una de las cosas más impresionantes de la IA es que nos empieza a conocer. Y cuando digo “conocernos”, me refiero a una capacidad más precisa que la que tienen hoy en día las redes sociales. Esas plataformas ya saben bastante de nosotros: qué nos gusta, qué compramos, qué vemos, a dónde vamos. Pero con la IA, ese conocimiento puede llegar mucho más lejos.

Y eso nos plantea una pregunta interesante: ¿qué pasa cuando una tecnología nos conoce mejor de lo que nos conocemos a nosotros mismos? Porque si no estamos atentos, corremos el riesgo de que sea la IA la que termine tomando decisiones por nosotros, desde las más simples hasta las más profundas. Hoy nos sugiere una película, un video, una play list, o una ruta de conducción; mañana podría sugerirnos por quién votar, con quién casarnos o a qué dedicar nuestra vida. Y si no aprendemos a cuestionar, podríamos convertirnos en una masa guiada por una herramienta que, aunque útil, no deja de ser creada con intereses.

El ejemplo del centro comercial

Para aterrizar esta idea, pensemos en lo que pasó con los centros comerciales. Antes, la gente compraba en pequeños negocios, había una relación personalizada. Allí conocían a los dueños, hablaban con ellos, se creaban relaciones. Luego llegaron los centros comerciales con estrategia, gran capital, comodidad y precios más bajos. Poco a poco, la mayoría empezó a preferir esa experiencia. Con el tiempo, muchos negocios pequeños no aguantaron y cerraron. ¿El resultado? Nos quedamos con menos opciones, precios más altos y una forma de consumo guiada por las grandes marcas que se repiten en los principales centros de comercio y perdimos la autenticidad que tenía la compra de relaciones interpersonales. 

Eso mismo está pasando con la IA. Hoy parece una maravilla: nos facilita la vida, nos ahorra tiempo, nos entretiene. Es la etapa de los “precios bajos”, por decirlo así. Pero si no estamos atentos, podríamos llegar a un punto donde ya no sepamos cómo vivir sin ella, o peor aún: que la IA termine diciéndonos como vivir. 

¿Quién es el dueño de todo esto?

Vale la pena hacerse esta pregunta: ¿quiénes son los dueños de la IA? Porque aunque se presenta como una herramienta  popular, democrática y en muchas ocasiones gratuita, la realidad es que tiene dueños. No es neutra. Detrás de los modelos y las plataformas hay grandes corporaciones, fondos de inversión, estructuras de poder. Es lo mismo que ha pasado con cualquier industria prometedora: si hay rentabilidad, el capital se apodera de ella.

Entonces, si ya le confiamos a la IA nuestras listas de compras, nuestras búsquedas, nuestras rutas de viaje... ¿qué nos garantiza que no empezaremos a confiarle también nuestras decisiones más profundas? Si eso ocurre sin una actitud consciente, podríamos entregarle el timón a una herramienta que no solo aprende de nosotros, sino que también puede manipularnos según los intereses de quienes la manejan.

Por poner un ejemplo, cuando usas una aplicación de GPS gratuita, con el objetivo de que calcule la ruta más óptima para tus intereses, que evada el trafico, que tome las autopistas más económicas, etc.  ¿estás seguro que es la ruta más optima? ¿no crees que la forma de financiarse de estas plataformas es con patrocinio, publicidad y servicios a grandes corporaciones? ¿es posible pensar que la ruta que calcula la aplicación dirija tu rumbo para que pase por los locales comerciales que han pautado? Y por ende ¿será la ruta más optima par a ti o para los patrocinadores? 

¿Una herramienta o un nuevo dios?

Si confiamos ciegamente en la IA, podríamos estar construyendo un nuevo dios. Uno que todo lo sabe, todo lo ve y todo lo resuelve. Y como ha ocurrido tantas veces en la historia humana, podríamos terminar adorando algo externo que responde a necesidades internas no resueltas.

Pero este nuevo “dios” no es invisible ni espiritual: tiene oficinas, accionistas y objetivos. Es un sistema diseñado, con intenciones, con reglas. Y si no aprendemos a poner límites, terminaremos dándole más poder del que debería tener.

Una invitación al discernimiento

La IA va a transformar el mundo, de eso no tengo duda. Pero también creo que este es un buen momento para hacer una pausa y preguntarnos: ¿cómo quiero vivir esta transición? ¿Qué decisiones quiero tomar de forma autónoma? ¿Cómo mantengo encendida la chispa de mi discernimiento?

No se trata de rechazar la tecnología, ni de tenerle miedo. Se trata de usarla como herramienta, no como guía suprema. Porque la IA, por más avanzada que sea, sigue siendo una creación humana. Y como todo lo humano, tiene límites, sesgos e intereses.

Al final, la gran revolución no está en la IA. Está en nosotros, es la “re-evolución”, conocernos a nosotros mismos, iluminar nuestras sombras y plasmar en el día a día nuestra esencia más íntima. En mantener nuestra capacidad de elegir con conciencia, en recordar lo que somos. Y eso sí que no se puede programar.

La pregunta que me hago —y te comparto— es esta: ¿seremos capaces de seguir siendo libres en un mundo cada vez más dominado por un dios artificial? La respuesta no está en el futuro. Está en lo que decidamos hoy.

 

Nota: este artículo está escrito en un 90% por la IA, y la imagen es 100% generación de la IA. 

Comentarios

  1. Este emoji es con IA 🐵

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    1. Me identifico con tu análisis, al final el “poder” está en cada uno de nosotros 🌟🌟

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  2. Muy interesante el análisis de tú artículo, y muy necesario 👍

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