026 ¿Y QUÉ NOS QUEDA A NOSOTROS?
Hay canciones que parecen hablarnos desde un lugar. “El baile de los que sobran” es una cancion de rock en español de los años 80 que me invita a reflexionar. Cada vez que la escucho recuerdo que la mayoría de nosotros—tú que lees y yo que escribo—pertenecemos a ese inmenso grupo que no llegará al extremo de ninguna de las tres columnas de la vida: salud, dinero y amor.
Las llamo columnas porque sostienen nuestra experiencia humana. La salud no es solo cuerpo: es autocuidado, silencio, intuición, esa relación íntima con lo que somos. El dinero es la fuerza que nos impulsa a crear, producir, trabajar y sostenernos. Y el amor es la ternura que nos une, la familia, los afectos que nos recuerdan que no estamos solos.
Pero nosotros pertenecemos a ese 0.1% que no llegará al límite absoluto de cada una. No tendremos yates anclados en puertos privados ni colecciones de autos clásicos de lujo. Tampoco entregaremos la vida entera como esos seres que aman sin reservas, ni alcanzaremos estados espirituales donde el tiempo se detiene y la materia obedece. Y debo de confesar que me gustaría estar ahí, de cierto modo me compadezco por no ser ninguno de esos tres, pero también he logrado abordar mi vida con aceptación y vivir en una tranquila felicidad.
Y entonces surge la pregunta: si no llegaremos a esos extremos, ¿qué nos queda? ¿Acaso fracasamos como humanos?
Nos queda algo más valioso que la cima: el balance.
Ese equilibrio silencioso al que solo accede quien no vive atrapado por un solo deseo. El multimillonario puede temer perderlo todo. El amoroso renuncia a los placeres de la tierra. El iluminado vive en un plano que a veces lo aleja de lo cotidiano. Nosotros, en cambio, tenemos la posibilidad de un punto medio donde la luz no deslumbra y la sombra no abruma.
No amaremos al mundo entero, pero sí podemos amar sin medida a nuestros hijos, a nuestros padres, a los amigos que permanecen, a la mascota o a nuestra pareja que es el amor de toda esta vida . No viviremos rodeados de riquezas, pero sí podemos disfrutar un viaje, una comida preparada con cariño, una tarde tranquíla, una buena película. No alcanzaremos estados elevados de consciencia a voluntad, pero sí podemos escuchar la intuición, apreciar el silencio y ver nuestra esencia en gesto simple o una meditación.
Tal vez la verdadera oportunidad de esta vida sea crecer en las tres columnas sin obsesionarnos con ninguna. Cuidarnos sin perseguir la perfección. Trabajar sin esclavizarnos. Amar sin exigir. Encontrar una forma de vivir donde ninguna columna aplaste a las otras.
Y en ese equilibrio podemos caminar más livianos. Con menos miedo, menos carencia, menos urgencia por alcanzar algo o por obtener más. Con más gratitud por lo que ya es, por lo que ya tenemos, por lo que ya somos.
Incluso, en algún rincón del misterio, aquellos que llegaron al extremo de cada columna mirarían las vidas de los más balanceados envidiarían el centro y la felicidad simple.
Porque la plenitud no siempre está en lo alto. A veces está en el centro, donde todo se encuentra y nada se desborda.

Inspirador
ResponderEliminarGracias !
EliminarEl justo medio, el Neutro, la esencia del equilibrio. Concuerdo contigo, es esa maravilla de haber logrado la Paz Interior, encierra el secreto de la verdadera felicidad que no está anclada a nada y permanece eternamente.
ResponderEliminarGracias Andres por leer y comentar
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